A time to.

martes, 6 de octubre de 2009

El tema de la venganza es algo que particularmente me atrae demasiado. Si bien me interesa mucho la naturaleza de la psicología humana, la venganza es una tentativa que muchas veces se convierte en deseo; de deseo se transforma en necesidad y de necesidad puede convertirse en un vicio.

Existen innumerables historias de venganza. Se han rodado películas, escrito libros y compuesto canciones abordando de distintas maneras el sentimiento y desarrollo de venganzas. Podríamos ver, leer y escuchar todo ese material y podríamos no dejar de sorprendernos del gran prisma que podría ser tal tema.

No hay un reglamento ni una restricción que pueda sosegar una decisión de venganza. Tampoco hay otra pauta que la historia y la imaginación para determinar cómo debe o no hacerse, las consecuencias o los niveles que pueda alcanzar.

No pretendo con este texto fomentar la aplicación de la venganza; solamente invito a estudiarla, a reconocer que existe y que cualquier persona, si no la ha aplicado, por lo menos se ha visto en la tentación de hacerlo (dejando de lado la gravedad del evento). Cabría entonces analizar, una vez dada la situación, si vale la pena arriesgarse, y qué tanto se está dispuesto a arriesgar; pues citando a Francisco de Quevedo: “Quien deja vivo al ofendido, ha de temer siempre a la venganza”. Como todo podría terminar en el cumplimiento de la misma, podría convertirse en un ciclo sin final escrito, como final podría no tener este texto, al hablar de la venganza y sus múltiples maneras de observarse, imaginarse y/o desarrollarse.

Podría un moralista decir que la venganza es mala, que mata el alma y la envenena, o qué sé yo tantas evasivas que se hacen a la acción. No sé si esperar que quien diga eso nunca se vea en una situación que le inspire tomar represalias… O esperar que sí lo haga, y saber si después se atreve a reiterar su postura.

Rubén Meza

2 CoMentadas:

Anónimo dijo...

rube soy tu fans... venguemonos del P·$%$% gobiernoo xD

Matitaaa

Don Belianís dijo...

Rondamón dirá lo que quiera, pero para el Chavo siempre habrá oportunidad de gastarse infinitas “ahora si te rompo los cachetes de marrana flaca” cuando nadie lo ve. El vengarse o no , parece algo ya muy enturbiado por aspectos de ley, de moral, de religión, lo que sea. Cierto es que no llega uno a realizar actos de venganza, por civilidad y convención, pero sería deshonesto negar que los sentimos constituirse y querer salir, inevitables; sería desconocer que la venganza parece evocar una equidad superior, irracional y primitiva, sí (no olvidar a los elefantes, no olvidan y no perdonan; simple instinto animal), pero presente. Sugestiva. Por algo habrá sido antes la Ley del Talión que el Derecho Romano. Ponerse a hablar de validez, reprobación o, reiterando, si será o no un concepto exclusivamente aplicable a lo humano, es de las muchas cosas inútiles que circundan a este concepto. Cómo saberlo. Pregúntenle al Chavo, y no nos hagamos los desentendidos al identificarnos con un “se me chispoteó” o un “es que no me tuvieron paciencia”.

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