Soluciones prácticas #3

martes, 27 de octubre de 2009

Recordando lo que alguna vez Oppenheimer (sí, yo) propuso a favor de la vida de las buenas personas -como parte de los programas de actividades que la Secretaría de Reciclaje Humano (SRH) habrá de llevar a cabo cuando sea aceptada-, que consistía en darle cierto uso a los vagabundos improductivos, ha ampliado las posibilidades de dar uso a dichos individuos.

En esta ocasión, Oppenheimer y su equipo de estudiosos ha concluido en la creación de una nueva alternativa para aprovechar una de las alternativas que los grandes medios de comunicación ha ofrecido en las últimas décadas para entretener a la gente: Los reality shows, los cuales siempre ofrecen grandes oportunidades a sus ganadores.

Es entonces que Oppenheimer y la SRH proponen que se lleve a cabo el “Outcast Brother”, el cual consistirá en la reunión de un selecto grupo de vagabundos en una misma gran casa de material reciclable (cartón, por ejemplo). Dentro de dicha casa, los vagabundos serán sometidos a diversas pruebas que le darán a la gente del país diversión como la que le gusta, al tiempo que se da un uso más o menos productivo a los ya mencionados personajes.

Los ganadores de “Outcast Brother” se harán acreedores a premios que les permitan regresar a la sociedad como seres humanos dignos -premios como un baño, cambios de ropa, cursos intensivos de civismo y un cajón con dulces y cigarrillos para hacer negocio-; por otra parte, los eliminados también tendrán oportunidades de funcionar, y lo podrían hacer en la forma que ya se propuso en “Soluciones prácticas #1”.

Si a la gente le gusta tanto este tipo de programas televisivos, que se les dé gusto al mismo tiempo que se les da una actividad a unos cuantos que por su cuenta no la buscan.

¿Y por qué no? Oppenheimer propone.

Oppenheimer

Barato, barato.

martes, 20 de octubre de 2009

Como bien se sabe y tanto se comenta, nos encontramos en momentos de crisis económica; excusa que servirá para que la gente se sujete bien los codos en los próximos lustros, aunque dicha crisis se restabilice; la gente seguirá sin querer invertir su dinero. Viva México, nuevamente. Seguro no es exclusivo del país, pero sucede aquí.

Me entristece mucho la falta de cultura cívica en mi amado país; sé que la gente no es mera culpable, sino muchos años de educación deficiente, así como la permisión de los malos hábitos. Entre dicha incultura, existe la mala forma de manejar el dinero que se tiene, y la idea de que comprar lo barato es lo mejor para la economía. Error, si se toma en cuenta que muchas veces “lo barato” es hecho en las takatakalandias. Principalmente, por chinos -en un principio de “Crónicas y Reflexiones de un Garabato” se tuvo a bien advertir que dichos personajes no son precisamente alabados por quienes participamos aquí, y dicha situación se debe a múltiples factores que se percibirán en columnas posteriores-.

Entre un par de zapatos de calidad por expertos, con un precio adecuado a su producción, y un par chino marca “Pama” o “Nire” Chinese design, a la mitad de precio, una persona de recursos moderados preferirá los baratos. Qué importa si se descosen (eso si no están pegados solamente, muy común), si son de diferente tamaño, si se rompen, o todo lo anterior en menos de dos meses; son más baratos y cuidan la economía. Ajá. Seguramente comprando lo hecho en otro país, hace circular el capital de aquí… Eso es cuidar la economía. No importa que muchos trabajos de aquí no logren sustentarse precisamente por eso, porque la gente prefiere precio sobre calidad, aunque ese precio se vaya directo al otro lado del charco del Oeste, y haga circular el dinero de allá y la gente de acá pierda el trabajo… Compra lo más barato y cuida tu economía, aunque la de tu país se venga abajo y a tus hijos les toque lo mismo.


Rubén Meza

Proyecciones

martes, 13 de octubre de 2009

Érase una vez una nación, una triste y desolada nación que tras muchos años, olvidó a sus dioses, olvidó a sus ancestros y olvidó muchas cosas que deberían ser valiosas en su haber.

Érase una vez una nación que sustituyó todo lo que fue suyo por otras cosas que no eran suyas, haciéndolas propias. Una nación que mantiene viva a su gente gracias a las proyecciones llevadas al fanatismo.

Érase una nación con un déficit de identidad lamentable; una nación que se alimenta de los sustitutos.

Fue entonces que llegó un sustituto grupo de redentores, en quienes se depositarían los sentimientos más profundos de mucha gente, quienes cargarían con la dura responsabilidad de devolver la alegría a dicha nación, ya que en caso de fallar, serían castigados duramente por su fracaso. Ellos y solo ellos fracasarían. Sin embargo, si lograsen la tarea, toda la nación se adjudicaría el éxito.

Y así fue. Los redentores triunfaron ante la adversidad de rivales similares, oponentes a lograr dicha encomienda. Tiempo… No lo lograron. Lo logramos todos. Aunque nadie más haya movido un dedo, el éxito es de toda la nación. Eso nos ha dado la facultad de humillar al oponente, de hacerle reconocer su inferioridad, invasor vulgar… Nos burlamos de vos y de tu infame procedencia, somos superiores; sin importar otra cosa. “Te chingamos”.

El Iconoclasta



Porque no fueron once jugadores quienes vencieron en las eliminatorias, sino millones de fanáticos que depositan sus más profundas pasiones en un deporte; gente que proyecta en otras cosas sus deseos y temores, que espera que otros remedien sus debilidades; por supuesto, si ellos fallan, serán los culpables de la furia animal, actos vandálicos y blasfemias de todo tipo por parte de quienes “les dieron su apoyo y fe”. ¿Qué demonios?

Dice El Iconoclasta: “Te chingamos”. Ciertamente. En este país, todo depende de qué lado del verbo “chingar” nos ubiquemos.

Rubén Meza

Foto: jornada.unam.mx

A time to.

martes, 6 de octubre de 2009

El tema de la venganza es algo que particularmente me atrae demasiado. Si bien me interesa mucho la naturaleza de la psicología humana, la venganza es una tentativa que muchas veces se convierte en deseo; de deseo se transforma en necesidad y de necesidad puede convertirse en un vicio.

Existen innumerables historias de venganza. Se han rodado películas, escrito libros y compuesto canciones abordando de distintas maneras el sentimiento y desarrollo de venganzas. Podríamos ver, leer y escuchar todo ese material y podríamos no dejar de sorprendernos del gran prisma que podría ser tal tema.

No hay un reglamento ni una restricción que pueda sosegar una decisión de venganza. Tampoco hay otra pauta que la historia y la imaginación para determinar cómo debe o no hacerse, las consecuencias o los niveles que pueda alcanzar.

No pretendo con este texto fomentar la aplicación de la venganza; solamente invito a estudiarla, a reconocer que existe y que cualquier persona, si no la ha aplicado, por lo menos se ha visto en la tentación de hacerlo (dejando de lado la gravedad del evento). Cabría entonces analizar, una vez dada la situación, si vale la pena arriesgarse, y qué tanto se está dispuesto a arriesgar; pues citando a Francisco de Quevedo: “Quien deja vivo al ofendido, ha de temer siempre a la venganza”. Como todo podría terminar en el cumplimiento de la misma, podría convertirse en un ciclo sin final escrito, como final podría no tener este texto, al hablar de la venganza y sus múltiples maneras de observarse, imaginarse y/o desarrollarse.

Podría un moralista decir que la venganza es mala, que mata el alma y la envenena, o qué sé yo tantas evasivas que se hacen a la acción. No sé si esperar que quien diga eso nunca se vea en una situación que le inspire tomar represalias… O esperar que sí lo haga, y saber si después se atreve a reiterar su postura.

Rubén Meza

 
Bloggerized by Blogger Template